Desde muy joven siempre me interesó la forma en que nuestros sentimientos influyen en nuestros pensamientos y comportamientos. Esto me llevó a sentir curiosidad por cómo nuestros pensamientos controlan nuestras emociones y, por lo tanto, cómo reaccionamos. Cuanto más presente, más capaz fui de observar y escuchar mis propios pensamientos.

 

La voz del observador me di cuenta que era mi intuición , algunos la llaman instinto, otros una sentimiento, el El yo superior o el alma. Esta comprensión no tiene connotaciones religiosas, es algo más profundo que necesitamos escuchar y explorar para poder encontrar nuestro yo auténtico.

 

Cuanto más practicaba el estar en el momento presente, más podía entender cómo nuestra mente está abarrotada de pensamientos pasados o futuros. Cuando vivimos en el presente, nuestros pensamientos nos controlan menos y empezamos a entender esos pensamientos y comportamientos que no nos ayudan. Esta es una práctica como cualquier otra, ya que se trata de volver a entrenar nuestros patrones de conducta, crear ese espacio de conexión dentro de nosotros mismos, aprender a escuchar y confiar en nuestra intuición.

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